jueves, 7 de mayo de 2009

Apología del cartero y el azar


"Comienza a hacer calor por las noches y duermo mal. Cuando digo que duermo mal, no digo que duerma mal por el calor, es que duermo mal, cuando duermo...

Ayer por la noche, cuando decidí que estar en la cama era una pérdida de tiempo, me dio por escribir historias tontas en pequeñas postales de dibujos infantiles que tengo por arriba y que parecían estar siempre estorbando, esperando que hiciera algo con ellas. Hacía tanto que no cogía la pluma que me sorprendió darme cuénta lo bien que escribe, lo suave que se desliza por el papel, así que me dejé hacer...

Historias para niñas sobre niñas que finjen dormir cuando aparece el príncipe y se hacen las despistadas cuando ven ranas, fábulas idiotas de mujeres trapecistas que actuan para gatos y perros, relatos pequeños sobre balnearios en Abisinia oriental, un pie que no se habla con su hermano, una oreja que hace oidos sordos a todo lo que escucha del mundo para desespero de su dueño (y de la otra oreja que se enfada cuando no entiende bien algo). Síntesis... Disponía de poco espacio así que esos cuentos no son ningún alarde inventivo y ni mucho menos literario, pero me lo pasé bien. Estaba cansadísimo pero febril. Al final me acosté cuando el sueño me pudo y por fin he podido dormir 5 horas seguidas desde hace mucho tiempo.

Esta mañana, tras poner algo de orden, compré sobres y sellos, no sé, a lo mejor busco direcciones al azar y envío esas historias a gente con nombres curiosos, qué sé yo. Tal vez desarrolle la idea y la perfeccione... Yo no me quiero quedar con esas postales, tienen unos dibujos preciosos.

No es la primera vez que siento una sensación similar. Hace poco más de tres años dejé en el lavabo de señoras del café donde se grabó Amelie (que no es sólo un sitio sino que es la mezcla de dos, al que fui yo era el que habían escogido para la zona de la barra y la de los baños, mágico el cine) un diario que había escrito durante varios meses para alguien. Se lo dí, y tras unas semanas me lo devolvió alegando que si no podía tenerme a mi tampoco quería ese diario (curiosa lógica la de las mujeres cuando se salvan como decía Benedetti). Así que me fui a París en mis primeras vacaciones (¡de 5 días!) en dos años (que milagrosamente fue dos días después de que me devolvieran ese diario) y allí estuve varios días.

Ese diario se vino conmigo (por aquella época llevaba demasiadas cosas en una bolsa que llevaba a todos lados) y esa noche decidí que dejaría ese diario en el cuarto de baño de aquel precioso café, escondido tras la cisterna. Mi única intención era deshacerme de él, lo que le pasara después no me concerniría, y pensé que ese era tan buen sitio como otro cualquiera (miento, pensé que ese era el mejor sitio, por aquel entonces aún estaba aquejado de un deformante sentido del romanticismo).

Cuando salí del baño descubrí que me había metido en el de mujeres porque había una francesa preciosa esperando. Aproveché su asombro al verme salir para escabullirme con mi vergüenza y no se me ocurrió otra cosa que meterme en el de caballeros, lo que imagino que definitivamente no entendió. Cuando volví a la mesa donde me esperaban los amigos que me alojaban, me dijeron que ya habían pagado y que nos íbamos a otro sitio. Al salir del café, por el ventanal vi que la francesa que había entrado en el baño después que yo llevaba en la mano ese cuaderno moleskine negro emborronado por mí y escrito para una persona que no lo quería. Ella me buscaba con la mirada por el local pero no me veía, mientras se sentaba les decía a sus amigas lo que había encontrado en el baño y que seguramente había sido yo el que lo había dejado allí (supuestamente lo dejé bien escondido tras la cisterna pero no me extrañaría nada que se cayera al suelo en cuanto me subiera la bragueta y me diera la vuelta). Lo abrieron y comenzaron a verlo (a parte de cosas escritas había dibujos y recortes).

No sé qué habrá sido de ese diario, a veces pienso en él, la verdad.

He de pensar qué hago con estas postales..."

1 comentario:

IVAN dijo...

O, tal vez, podrías enviarle una a tu «sobri» Luna... Es una idea... Te queremos. Cuídate.

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