jueves, 4 de noviembre de 2010

Y después de Celine ¿qué? Viaje al fin de la noche (II)

Margarita
Me manda una amiga un consejo vía FB: "Para lo del ánimo, recomiendo alcohol, buena música, y escribir escribir escribir sin mirar atrás". Pues no miremos más atrás. Jagermeister, The Gaslight Anthem y a tomar por culo la bicicleta. Del dique seco he optado por salir a pie en vez de seguir escarbando a ver si encuentro agua. Es lo que tiene querer tirar un muro con las manos, un muro enorme. Son días raros. No pasa nada, nada cambia, salvo nosotros, cansados de que nada cambie. Y cansado no se debe escribir, se debe escribir fresco como una lechuga recién arrancada de la tierra un día de  tormenta y liviano como si estuvieses a dos palmos del suelo por la mamada que siempre soñaste y que por fin estás a punto de  experimentar. O al menos eso es lo que dicen. En mi caso ni una cosa ni otra funciona. Le propongo a un amigo compartir el blog, pasarle la contraseña y escribir a cuatro manos, como Stalter y Waldorf de los Muppets, como el enanito gruñón y el enanito triste, seguir manteniendo lo de Librería la Pecera a pesar de que a la librería como tal le quede poco si no encuentro quién quiera quedársela y darle nuevos bríos como si un blog llamado Librería la Pecera pudiese ser la chabola numantina terca y rencorosa de dos perdedores ciclotímicos, aunque me ha dicho que no,  ya que de momento el blog tiene extensión física en un negocio que he de mantener y que me da para vivir a pesar de que mi cabeza, mi corazón y mi cuerpo estén a kilómetros de distancia a la espera de empezar de nuevo ( y van...). La cita de Celine en el post anterior no era gratuita. 

Extraigo una cita del blog de Patricio Pron a propósito de escribir, del escritor: "otra, la discusión (que yo creía perimida hacía décadas) entre conocimiento e información, que nos ocupó a Agustín Fernández Mallo y a mí. Se trató de la oposición entre una visión de la literatura que la concibe como el vehículo de una resistencia de índole política al discurso dominante y otra visión de acuerdo a la cual la literatura es subsidiaria de un cierto consumo de la información que no se interroga sobre el origen de esa información ni sobre los intereses que representa ni sobre un estado del mundo del que emana y que, al menos visto desde aquí, es particularmente terrible." 

El gran "Popota"

Llevo varios días dándole vueltas sobre eso, y en mi calidad de librero he de decir que dicha diferencia, para mí, se diluye peligrosamente, a la par que adquiere más entidad dicho enfrentamiento; la figura del editor es la que establece que esa diferencia sea real o no, y por supuesto en este país, salvo excepciones (que yo cada vez creo más excasas) y viendo lo que se edita y cómo se edita, gana la visión de Fernández Mallo por goleada; los escritores como Pron existen, pero sobreviven dentro del juego mercantil del libro que defiende A. F. M.. Como los Clash. Como caballos con anteojeras, pero caballos en el fondo y por fortuna también caballos que escriben los libros que les gustaría fuesen como los libros que les hicieron ser escritores, caballos que escriben de verdad, y esto también es particularmente terrible. Un amigo mío dice que todo se reduce a círculos de poder, solamente a eso, amiguismo y cartón piedra. Y cuando dice eso yo siempre me acuerdo del texto: "La carrera de las letras en España está hecha para los arribistas, los oportunistas y los lameculos, con perdón de la expresión". Roberto Bolaño dixit. Bueno, no Bolaño, sino una de sus personajes en 2666. Es básicamente una de mis creencias -o mis prejuicios- que, como una letanía pienso recurrentemente en esta banqueta tras el mostrador de una paupérrima y coqueta (lo cortés no quita lo valiente) librería de pueblo. Como está dicho en plata, aqui queda, de apunte.

Y como coda, añadir el deseo de que Eduardo Mendoza haga que pueda pagar el alquiler, que Vargas Llosa pague mi cuota de autónomos, que ya me las agenciaré para leer el último premio Lengua de trapo, o el Primavera o el Alfaguara o el Almería, por ejemplo, o cualquiera de los concursos literarios carpetovetónicos que dicen ganan "los menos malos" y volver a hacerle caso a mi amiga: "Para lo del ánimo, recomiendo alcohol, buena música, y escribir escribir escribir sin mirar atrás" añadiendo al trinomio, leer, leer, leer.


Acepto la extrañeza de quien se pregunte de qué va este post, o sobre qué va, o qué quiero decir, o qué leches me pasa. Simple pataleta. No va de nada, si acaso del librero que lee libros que le llegan a la librería preguntándose porqué mientras los lee y prefiriendo seguir hablando de los que sí le gustan en el blog mientras los clientes se llevan lo de siempre (poco, pero lo de siempre).

Las imágenes son de una edición rusa de "El maestro y Margarita" de Bulgakov.

y con respecto a *perimir. (Del lat. perimĕre, destruir). 1. tr. Arg., Col. y Ur. Caducar el procedimiento por haber transcurrido el término fijado por la ley sin que lo hayan impulsado las partes.

1 comentario:

ned henry dijo...

Has visto estos días a Vargas recibir el premio de la mano de Aznar? Ya lo decía el Che, mejor morir de pie que ser arribista, calculador y echar la dignidad por la borda...

Ese era Bukowski, su cerveza y su bloc o maquina de escribir. Sus problemas con el bello sexo, una eterna resaca y la cara marcada de granos, algún trabajo eventual y cosas así, pero con una sola cara, que nunca trató de medrar, que siempre fue a lo suyo y que se ganó a pulso el reconocimiento.

Me imagino qué se le estaría pasando por la cabeza a Vargas. Y mientras y casi al unisono Marías rechaza uno de los premios más importantes, aunque de éste no sé bien qué pensar, me parece que va a lo suyo.

Mi modelo sería el germano/estadounidense, cerveza (aunque fuese sin alcohol, o un café, si soy cutre) y a escribir, pero de momento está dificil, soy de los que piensa fervientemente que para escribir hace una falta increible, y que es de vital importancia un entorno adecuado, y yo carezco de eso. Excusas.

Ññññññññññññ

Vengo de leerte dos entradas sobre Viaje al fin de la noche de Celine, mira, cuando lo compré, fue en una Beta de aquí cerca de mi casa, el dependiente, por el acento debía de ser suramericano y no le hizo mucha ilusión que alguien, rapado al uno y con cara de mala uva llegase preguntandole por ese autor. A veces las apariencias engañan. Pero, dejando de lado esa tontería anecdótica, puedo decirte que tal vez no estuviese en el mejor momento psicológico para leer ese libro, las estaba pasando realmente canutas y de pronto me da por leerla. Pasé por alto los prejuicios hacia el francés y ganó la curiosidad. Tenía referencias de todo tipo. Pero decidí leerla.

La conclusión que saqué es que el protagonista tenía una impresionante capacidad para ver solo un color, una persona irreal que representa el sumun de la negatividad, no ya de la disconformidad, que eso es otra cosa, pero si acabé harto de su visión despectiva, por llamarla de alguna foma. Yo necesitaba algo menos abrasivo y más amable por aquellos días, no almibar, ni folletines ni nada, pero si otra cosa.

Ambos escribían sobre parias y desahuciados, pero Bukowski era otra cosa, no sé cómo definirlo, tal vez perdedores con encanto, humanos, cercanos, como Milos.

Sois tres escritores muy diferentes, del peruano mejor ni me acuerdo, cuatro, si contamos a Marias, cada uno tiene sus virtudes. Esas fraces de la novela del francés que has puesto son de una clarividencia impresionante y expresadas no sin cierta clase, pero el viejo Celine no es lo mio, es el tipico libro al que sabes que no quieres volver en cuanto lo acabas.

Buenas noches!

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