viernes, 13 de julio de 2012

Primeras palabras sobre "La muñeca rusa"

Milos en Frankfurt bien acompañado
Los primeros envíos comienzan a llegar, por orden y en tiempo razonable (y hasta asombroso), algunos comienzan a leerlo y me envían cosas... Cosas que hacen que piense que no he de preocuparme si vendo o no vendo (en cuanto recupere la inversión, me relajaré, queda poco), porque en el fondo, el camino es otro...

Ariel ...
Ariel del Rio
Hace 21 horas
"... me gustaría poder decirte por qué me gusta tanto tu libro (aunque aún no lo he leído todo) sin referirme a mí mismo, porque eso le daría más objetividad a mi juicio. Pero pensándolo mejor, creo que también haría menos interesante mi experiencia con tu relato. De todos modos, intentaré comenzar mirándome poco el ombligo. Muchas veces hemos hablado de los rasgos de la buena literatura (o de la mala); yo sigo sin poder definir con precisión cuáles son, pero sé que existen y te puedo decir que tú haces cultivas la buena. Y ahora los motivos menos técnicos, casi supersticiosos, por los cuales estoy disfrutando tanto La muñeca rusa. No es casualidad, es el destino. Tú no lo podías saber, pero desde hace casi tres años me he aficionado a la ciencia ficción (aunque he leído muy pocos clásicos del género). Mi encuentro con esta literatura que nunca me había llamado la atención fue puramente casual; cayó en mis manos un autor de la antigua Alemania del este y el libro me encantó desde los primeros párrafos. Al igual que en la explicitación de por qué algo es bueno, no sabía decir por qué me fascinaba aquel libro. Con la lectura de otros semejantes y, sobre todo, con el aburrimiento que me causaron aclamadas obras maestras del género, me pude dar cuenta. ¿Sabes lo que me fascinó de aquél y de otros que sí me animaron a seguir leyendo? La soledad atroz... Esas atmósferas desoladas, silenciosas, monótonas. A partir de la ciencia ficción se me fue despertando también cierto interés por la astronomía y la investigación espacial, sobre todo en sus estadios iniciales, allá por la guerra fría. Cómo los soviéticos con su talento matemático sólo comparable a su incompetencia burocrática, con unos medios que hoy nos parecen ridículamente primitivos, lanzaron aquellos cacharros al espacio. Porque de algún modo nunca me sorprendió que los americanos llegaran a la Luna, pues son los que lo hacen todo bien, por eso mismo tiene mucho más mérito todo lo que hicieron los señores del Kremlin. Lo dicho, tú no podías saberlo, pero los temas que empiezo a ver en tu libro (viajes a la Luna con tecnologías inconcebiblemente obsoletas, la URSS cuando todavía parecía que podía salir algo bueno del "experimento", la soledad atroz... ) es como si lo hubieras escrito especialmente a medida de mis intereses. Lo siento, pero como te decía, es imposible no mirarse el ombligo. Además, te puedo asegurar que capto en toda su plenitud la tristeza de esa chica en el hospital checo, por motivos muy personales que ahora no puedo explicar (para que te quedes tranquilo, ni yo ni nadie cercano está loco ni en un hospital, pero algo de esto me ha tocado de cerca últimamente).
Estas son las emociones que me han despertado los cuatro primeros capítulos. Quizá hubieses preferido que te escribiera mis impresiones una vez hubiese acabado, pero no quería dejar pasar la ocasión, porque no sé si dentro de dos o tres semanas volveré a tener estas sensaciones tan frescas. Eso sí, seguramente tendré otras a medida que avance en la lectura; ya te iré contando.

Para acabar, he pensado que podría interesarte un documental que vi hace algunos meses en youtube: busca "Tank on the Moon". Si no te gusta, te devuelvo el tiempo perdido.

Bueno, me voy a seguir leyendo el capítulo 5... Ah, otra cosa: hace un mes más o menos, por primera vez en mi vida tuve la ocasión de ver la Luna con unos prismáticos. Normalitos, pero tampoco de juguete. 

Creo que lo que vi y sentí voy a volver a encontrarlo en las páginas que has escrito y que aún me esperan.Sólo puedo felicitarte y agradecerte por lo que has escrito; es un relato que no podía llegar en un momento más indicado de mi vida.

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