viernes, 25 de noviembre de 2011

Tigran Hamasyan. A fable


Hacía tiempo que no me atraía tanto una portada de un disco. Y ésta me parece fabulosa, más cuando es un arte en clara recesión (con gloriosas excepciones, como la que nos atañe). Y si ya vamos a lo que hay dentro, me quedo casi mudo. Piano sólo. Magestuoso, precioso, una obra de arte. Comienza con una frágil composición con claros guiños a un Satie juguetón y evocador. Y sigue con originales tonadas cargadas de lirismo "que van desde piezas a medio tiempo a enérgicos experimentos de gran diversidad rítmica y armónica".
Grabado en París, incluye líneas de inspiración armenias, desplegando una interpretación casi mística que sale de las manos de Tigran Hamasyan. Resulta complicado buscar referencias. Es música, libérrima y preciosista que, como cantos de sirena, te narcotizan lánguidamente y a la vez insuflan esperanzas e ilusiones. No está mal para hablar de un pianista que lanza hoy un disco. ¿Quién es Tigran Hamasyan?

LA FÁBULA DE TIGRAN HAMASYAN
"El pianista armenio Tigran Hamasyan es el nuevo niño genio del jazz (...) llegó a Estados Unidos y con su primer impulso ganó el premio Thelonious Monk Jazz Piano, y con el segundo grabó un disco sorprendente, World Passion. Tenía 19 años y venía de Armenia. Ahora tiene 23 y está radicado en Nueva York siguiendo, sin pensarlo, la misma carrera que siguiera hace más de cuatro décadas otro gran pianista armenio, Armen Donelian.
Estudió en el Conservatorio de Yerevan, vivió en California y siguió los pasos de Herbie Hancock y de Chick Corea; experimentó con la obra de Louis Armstrong y demostró siempre una técnica abrumadora. Sin embargo, hay un aspecto en el Tigran lo supera: el manejo de los elementos folclóricos. Para Tigran sus raíces son necesarias y lo expresa en golpes determinados sobre el teclado, más allá de las melodías. A Fable (disco incluido en los Future Beats de Gladys Palmera) es su cuarto álbum y las raíces siguen allí intactas. Y eso es precisamente lo que le ha permitido vencer la prevención de los críticos y aceptar que estamos frente a un nuevo genio del jazz". José Arteaga

Pero yo hablaba de la portada... Cuando la portada de un disco invita a tenerla entre las manos durante la escucha del mismo, y leer cosas, y mirarla buscando respuestas a lo que escuchas, guiños que te lleven lejos, parajes propios y efímeros vuelos a ras del suelo, faros en acantilados sin civilizar y ciudades lluviosas a las dos de la mañana. Es lo que tiene el blanco y negro, la rugosidad, los granulados de las paredes y las sombras, los contrastes perfectos, sin forzar, algo pasa. Un tío sentado sobre su piano aparentemente desvencijado. La portada perfecta para ser la cruz de la maravillosa cara de una moneda única que Thelonuis Monk lanzó al mundo en 1967 y que se llamó "Underground". Por ser opuesto complementario, también lo es de Hiromi Uehara. Japón, Armenia. Técnica a raudales... Frente a la incontinencia melódica de Hiromi, al horror vacui, al aplastante lirismo y el apabullante élan vital, de un joie de vivre que lo mismo se mira en Godzilla que en Pokemon,  Hamasyan pone sobre la mesa la nostalgia caucásica, la brutal candidez elocuente y abrumadora de una tierra fronteriza y devastada y a la vez depositaria del mecanismo que da cuerda al mundo. Jazz desde Nueva York tocado por un armenio genial cuyas manos atesoran un sincretismo creativo incontenible. Lo dicho, un disco imprescindible para la segunda década del siglo XXI. Hablar de unas canciones o de otras me parece ridículo, Hay que escucharlo entero y dejarse llevar... Y repito, esa portada....




martes, 22 de noviembre de 2011

Fernando Arrabal y Jim Morrison. Ship of fools

Méjico 1968
Hubo una época en la que tuve menos dinero que ahora; quizá me sentía mejor porque no tenía tantas deudas como hoy, no lo sé, me sentía más libre, eso sí es cierto. Vivía a salto de mata de trabajo en trabajo mientras el nuevo milenio me iba minando poco a poco y yo me hacía el duro para ignorar lo inevitable. Nunca tuve arrestos para robar libros, llevo escrito en la frente que soy un presunto culpable y los nervios siempre me embotan la cabeza. Frecuentaba librerias de segunda mano y leía ediciones baratas y amarillentas de escritores del boom, americanos beatniks, franceses nobelizados y eslavos olvidados. Una vez estuve a punto de robar un libro. "Cartas a Julius Baltazar" de Fernando Arrabal. Pero no pude. Necesitaba ese billete para ir al Dia. De todos modos, lo compré, fotocopié lo que quería (tres, cuatro páginas) y lo devolví. No quisieron darme el dinero, así que me llevé otro que consideré suplía mejor las agujetas del estómago. Como costaba menos, accedieron a darme la diferencia, la cual me dio para macarrones, salchichas y tomate frito.. No recuerdo qué libro fue. Recuerdo que tomaba "prestadas" cámaras de fotos de la escuela donde trabajaba de conserje y hacía montones de fotos que revelaba a escondidas en mi hora de la comida y que he perdido, negativos incluso. Mañanas desnudas perdidas, libros colocados en palés cogidos de la calle y que utilizaba como estanterías, ventanas, puertas, amigos...
Durante años, sobre todo por culpa de las mudanzas, creí que había perdido esos folios fotocopiados, y encontrar dicho libro se presentaba bastante complicado (editado por la universidad de Murcia...). Las había leído durante tanto tiempo tantas veces que, aunque perdidas, creía sabérmelas de memoria. No estaba equivocado.
Rebuscando en una roñosa carpeta de cartón azul descolorido y con las gomas medio podridas sólo por el placer de buscar al dar con ella en el fondo de un armario, las he encontrado. Ahora guardo esas dos hojas (ahora sé que son dos hojas) con cuidado. Son dos cartas de Arrabal en las que cita sus encuentros con Jim Morrison (Morrisson, como escribe él). Arrabal y Morrison de farra por Méjico, en 1968... Pagaría por ver eso... y por apuntarme... Leyendo como estoy HHhH, de Binet, mi imaginación vuela.

Méjico 1968

"1968. Querido Baltazar y Julio como mi hermano piloto del ejército del Aire español,
acabo de llegar de Méjico. ¡Qué locura! El millonario catalán Barrul nos había invitado, a Jim Morrisson y a mí, a una manifestación "provocadora" en el 
Palacio de los Deportes.
"En la Bastilla". Debía yo dirigirme a los jóvenes bárbaros de hoy (los contestatarios mejicanos) en un discurso incendiario y J.M. debía caldear a la muchedumbre con sus "himnos" y sus gestos... preferiblemente obscenos.
A las 6 salimos del hotel... El Palacio estaba asediado por tanques... A las 8, cuando los jóvenes empezaron a llegar... ¡la carnicería! Nos escapamos... llorábamos... querían masacrar a Barrul con el cañón de abordaje. Evidentemente, había desaparecido. Habíamos sido anzuelos de oro en las riberas de Babilonia. La cólera nos daba ingenio y la bebida valor, pero nos sentíamos impotentes... y culpables. Con los bolsillos agujereados, nos habíamos bifurcado (a las cinco de la madrugada... a bordo de un simpático delirium tremens) hacia el superrealismo y las cucarachas. Por la mañana (a las 11 y media: al salir del bar) nos comimos dos macetas de geranios: las flores sazonadas con un poco de barro.
¡Viva Méjico!, Tu Zapata.
F. Arrabal"

París, mayo 1971

"Marzo de 1971.
Baltazar Barril de Pólvora.
Pamela y Jim Morrisson están en París. Quieren pasar por casa antes de su viaje a España... Él tiene miedo de repetir la aventura de Barrul, esta vez en mi bello país de ojos encapuchados. Están en el Hotel o en la casa de Pamela, en la calle Beautreillis. Los he encontrado muy deprimidos. Él en busca del absoluto. Se diría que quiere purificar el corazón de los humanos por medio del terror. Aristóteles ha asignado probablemente esta misión a la tragedia... pero él está más bien bajo la influencia de las brisas alisias de Rimbaud o del Pánico. Ella, extrajera en nuestro planeta, sigue siempre en el Imperio de los cuentos chinos.
¿Por qué gusta el cantor? ¡Qué abanico de caricias...! pero el poeta (el escritor) es un maestro de la Musa virgen.
Se diría que intentan desesperadamente caer más bajo que la tierra en la sangre de un nuevo diluvio.
Sordo como Dios te bendigo.
"Peace an love", como dicen ellos.
F. Arrabal"



domingo, 20 de noviembre de 2011

Fragmento de HHhH, Laurent Binet, o Mendelssohn has left the building...

Vicios de un exlibrero...
 

HHhH. Laurent Binet. Ed Seix Barral, página 184, capítulo 125 .
"He leído un libro genial que tiene como trasfondo el atentado contra Heydrich. Es una novela escrita por un checo, Jirí Weil, que se titula "Mendelssohn está sobre el tejado".
La novela toma su título del primer capítulo que se lee casi como una historia divertida: unos obreros checos están sobre el tejado de la Ópera, en Praga, para desmontar una estatua del compositor Mendelssohn por ser judío. la orden proviene de Heydrich, experto en música clásica y nombrado recientemente protector de Bohemia-Moravia. Pero allá arriba hay toda una fila de estatuas y Heydrich no ha precisado cuál de ellas es la de Mendelssohn. Por lo visto, aparte de Heydrich, nadie, ni siquiera entre los alemanes, es capaz de reconocerla. Pero nadie se atrevería a molestar a Heydrich por eso. Un SS alemán que supervisa la operación decide entonces señalar a los obreros checos la estatua que tiene la nariz más grande, ya que buscan a un judío. ¡Pero, horror: empiezan a desmontar la de Wagner!
El desprecio será evitado de milagro, y, diez capítulos más tarde, la estatua de Mendelssohn será finalmente retirada. En sus esfuerzos para que no caiga al vacío, los obreros checos le rompen la mano al tumbarla. Esta divertida anécdota está basada en hechos reales: la estatua de Mendelssohn fue derribada en 1941 y, como en la novela, tenía una mano partida. Me pregunto si la mano fue pegada de nuevo más tarde. En todo caso, las peregrinaciones del pobre SS encargado del desmantelamiento, imaginadas por un hombre, Weil, que ha vivido en ese periodo, son una cumbre de lo burlesco, típico de la literatura checa, siempre impregnada de ese humor tan particular, zalamero y subversivo, cuyo santo patrón es Jaroslav Hasek, el inmortal autor de las aventuras del bravo soldado Schwejk."


No está traducido el libro de Weil, aunque es fácil localizarlo en inglés. En español sólo está "Moscú - Frontera", y me temo que caerá para fin de año. Enfrascado como estoy con el libro de Binet "HHhH", Himmlers Hirn heisst Heydrich (el cerebro de Himmler se llama Heydrich) ando de vuelta mental a Praga, feliz y contento, con un libro, el de Binet, que, si bien no he acabado, no dudo en recomendar. Me guardaré algunas divagaciones para cuando la acabe y escriba algo aquí, pero es una muy buena obra. Quizá, buscándole un parecido, leyéndola a menudo recuerdo "Soldados de Salamina" de Cercas, novelón que juega con las mismas cartas que las de Binet (y que tengo en una estima altísima por dos cosas, por la novela en sí y porque con ella descubrí a Roberto Bolaño), pero con desarrollos distintos, elaborando un decorado literario que da relumbrón a la literatura en general, y a la narrativa como género, bajo un prisma, lo histórico, que carga las tintas en la veracidad y en el juego literario por igual, es decir, en contar qué pasó pero a la vez contando cómo el "autor" (entre comillas) elaboró esa historia; una toma de partido brutalmente volcada hacia el escritor como catalizador, tomando distancia del mero escribidor de novela histórica, entendiendo éste como fabricante de ficción pura y dura, por mucho que "recree" hechos históricos. Esa toma de postura implica un constante cuestionamiento del quehacer literario, y esa es un tipo de lectura que yo disfruto como un loco. La historia es perfecta, la manera de contarla también, Praga está constantemente presente... me voy a acabarlo...
http://www.planetadelibros.com/hhhh-libro-50256.html#

Buscando el libro de Weil he dado con un corto de animación producido en 2010, de 14 minutos, escrito y dirigido por Jean-Jacques Prunès, basado en la novela de Jiři Weil, si alguien quiere ver una parte... que corte y pegue... http://www.filmsdelarlequin.com/img/courts/en/mendelssohn/engine/swf/player.swf?url=../../data/video/mendelssohn.flv&volume=100
La historia de Jiři Weil es tremenda: http://www.radio.cz/es/rubrica/legados/jiri-weil-escapo-en-moscu-a-la-horca-y-durante-la-ocupacion-nazi-vivio-con-la-muerte-en-los-talones

martes, 15 de noviembre de 2011

Juliet, desnuda. Nick Hornby


"Porque —más allá de las variantes en sus tramas— las ficciones de Nick Hornby (Londres, 1957) siempre silban una misma aria: la de frágiles machos golpeados por el correr de los años y acariciados por la permanencia de sus pasiones adolescentes." Rodrigo Fresán.

Hace ya bastantes meses, apareció publicado por Anagrama "Juliet, desnuda", del autor inglés Nick Hornby. Lo salvé de la quema de la librería y se vino conmigo a casa junto con otros tantos libros. La acumulación momentanea me bloqueó un poco y fue la lectura de la crítica que hizo Rodrigo Fresán de la novela en Radar, lo que me animó a rescatarlo de la estantería. Una vez acabado, me pregunto muchas cosas. ¿Está bien? Si, pero... ¿Está mal? En absoluto, pero... Hornby es uno de esos referentes en cuanto "cirujano del espejo que algunos somos", y bastante clarificador además; sabe qué resortes tocar, humaniza sentimientos que podrían dar lugar a soporíferas parrafadas con sobrada soltura y escribe novelas muy entretenidas. Lo de cirujano lo he dicho a propósito. Está claro que no es un gran escritor, pero es un buen novelista.Y sobre todo, trata temas que me tocan de cerca (salvo el futbol, sorry). Como dice Fresán; "Las novelas de Nick Hornby (que, también, son novelas con Nick Hornby, ya que giran una y otra vez alrededor del universo de un autor que ya es casi protagonista subliminal de sus ficciones) tienen algo en común. Unas y otras se disfrutan como placeres más o menos culposos, como entretenimientos menos o más inocentes, como productos bien hechos y eficientes que, desde el principio, asumen el desafío y cumplen la promesa de hacer pasar un buen rato con historias agridulces que, además, ennoblecen un poco a la siempre bastarda condición del best seller". 

Comenzar Juliet, desnuda, y ver cómo en las primeras cien páginas Hornby disecciona brutalmente la vida de un fanático rockero, pasando por la parodia (cómo va a visitar el cutre aseo del cutre bar donde su músico preferido tocó por última vez, intentando saber -o simplemente estar allí- qué pasó), hasta el patetismo (cómo discuten en un foro exclusivamente dedicado a ese músico y cómo hace girar su día a día por lo que ahí se dice), uf, amigo, eso hace pupa, pero como también sueltas alguna que otra sonrisa, pues como que intentas pensar que eso que lees es una especie de espejo deforme, combado a propósito... pero igual no... ¿De qué va, entonces, Juliet, desnuda? Fresán lo explica: "Así, el castigado Peter Pan de turno en Juliet, desnuda es Duncan, residente en un deprimente pueblo costero del norte de Inglaterra, adicto a Internet, novio casi inercial por quince años de la sufrida Annie, pero en realidad respondiendo a una única pasión que ventila día a día desde su blog: el saberlo y poseerlo todo sobre el legendario songwriter Tucker Crowe. Responsable de un álbum antológico —Juliet, de 1986, especie de Blood on the Tracks dylaniano, canciones de amor/ desamor desesperadas por obra y desgracia de la fatal modelo Julie Beatty— Crowe ha desaparecido en acción, nadie sabe dónde está, muchos lo buscan y algunos registran imposibles avistamientos en la red. Lo cierto es que Crowe vegeta hace años en una granja de Pensylvania y, de pronto, autoriza el relanzamiento de su clásico de culto en su versión “desnuda” —incluyendo sus demos acústicos— como Juliet, desnuda. Sus fans —Duncan incluido— experimentan entonces ese ambiguo éxtasis que se siente ante el fin de una era que ayudaron a fundar desde sus computadoras. Y todos son felizmente infelices o infelizmente felices hasta que algo imprevisible ocurre."
Se puede decir que, hasta ahí, sería la primera parte, quizá la más disfrutable para el melómano lector, plagado de referentes comunes, ideas sobre el rock y el momento actual (sobre cómo se escucha, lanzando dardos a los fetichistas del vinilo, él, que escribió un libro sobre una tienda de discos...), sobre el arte de escribir canciones, pero no sobre el compositor, sino sobre cómo esa canción influye en alguien cualquiera cuya vida gira, y si no gira sólo sobre eso, sí está repleta, de música. yo me imaginaba una especie de Ryan Adams si Ryan Adams hubiese desaparecido después de Heartbreaker si hubiese grabado Heartbreaker después de Gold... Y entre medias las relaciones, sociales y sentimentales, desde un punto de vista casi de entomólogo: "Escuchó el álbum entero otras dos veces sentado en el banco, y luego echó a andar hacia casa oyéndolo por tercera vez. Una precisión sobre el gran arte: te hace amar más a la gente, perdonarle sus pequeñas transgresiones" (pág 47). En este caso, Duncan comparte su vida con alguien que entiende su pasión, porque Juliet, desnuda, va de eso, al menos al principio, de pasión sobre la música; pasión que tiene su contrapunto en una relación rutinaria, tal vez demasiado rutinaria, triste incluso y, sobre todo, llena de un patetismo constumbrista que parece estar siempre a punto de verse quebrado pero, cuando lo piensas, han pasado años.

Quince años después, sigues pensando lo mismo...
Sin embargo, la salida de ese disco de alguna manera provocará el distanciamiento definitivo de Duncan y Annie... y (Fresán again) "Tucker entabla contacto vía email con Annie luego de que ésta suba a la red una tan intensa como desapasionada crítica de Juliet, desnuda. Y se hace realidad la fantasía más inconfesable de todo fan: el que tu héroe se enamore de tu chica y salga de su retiro para reclamarla. Lo que sigue es el típico, pero no por eso menos regocijante, minué marca de la casa. Otra comedia de (malas) costumbres con reverencias, desencuentros, risas y lágrimas entre los anónimos enchufados y la celebridad unplugged hasta alcanzar la inesperada certeza que, para sus perseguidores, un hombre de cerca es tanto menos interesante que un mito de lejos." Y es en esa parte cuando entra lo que quizá hace que la travesía sea complicada; me refiero al tema de la paternidad/maternidad y la resolución del conflicto de qué hacer con tu vida cuando, oh, estás más cerca de los cuarenta que de los treinta pero sigues aplazando cosas porque te comportas como si aún no hubieras llegado a los veinticinco y crees que eso que aplazas es de gente que transita por vías muertas cuando realmente nada de todo eso que crees sea cierto. Y Hornby, aunque hace lo que mejor sabe hacer, convertir su pluma en un bisturí, en esta novela tal vez hace que lo que quede de novela sea un tanto arduo y tedioso (salvo que seas de los que tienes tiempo de sobra y eres capaz de leerte 350 páginas en una tarde, lo cual es una ventaja). Nick, como es listo, y mucho, quiere que tu, que sigues comprando discos (aunque sea en amazon) y libros, y que amas el cine clásico, y que tienes una novia que te tolera tus manías musicales, y que ya cumpliste los treinta hace algo, sigas leyendo sin tener la sensación de estar leyendo un best seller ramplón y hueco estilo Britget Jones, poniendo las cosas a funcionar de manera peculiar. El rockero tiene hijos, muchos, pero ni los conoce ni sabe si quiere conocerlos (salvo al último, al pequeño Jackson, el niño que le tiene anclado y centrado en su retiro por muy mal que Crowe gestione lo que es el día); y Annie no los tiene pero querría tenerlos (y también está Duncan que, posiblemente, ni sepa si los quiere tener o no). Y todo se enrolla y lees y piensas que mejor que Hugh Grant que repita papel John Cusak y hay partes que parecen forzadas y poco creíbles (que igual funcionan de puta madre en película, pero aquí no lo acabas de ver) y todo rodeado de mediocridad, de la que duele, pero mediocridad especial, de la que parece exclusiva pero que no lo es tanto, y ves que queda genial la incursión de mails en el texto, con su estilo aparentemente poco literario, y entradas de la wikipedia, y nombres de discos, y estilos que identificas como el northern soul y el americana, y todo ese peterpanismo al que todos se abrazan como tabla de salvación, aunque la verdadera tabla de salvación sea un niño llamado Jackson, hijo de un ex-estrella del rock que no sabe que su padre fue tal cosa, pero un padre sólo es un padre porque alguien le llama así mientras el juego de espejos entra en escena... Si tuviera que resumir este libro en una frase, diría que es un libro sobre la paternidad (la de verdad, no la moñas), sobre el amor a la música (la de verdad, no la dirigida por moñas) y sobre amar a otra persona cuando nunca se ha sabido amar (amar de verdad, no hacer el moñas)... No es una mala idea para un libro, no, y Juliet, desnuda no da en el centro de la diana pero está cerca... Tal vez (y aquí difiero de Fresán, y que el pope me perdone) no sea esta la mejor novela de Hornby, sobre todo porque no logra remontar un comienzo brutal, pero también es la más dura, la que más pone de manifiesto la absurda vacuidad del paso del tiempo cuando no se sabe cómo incorporar ese devenir a un modo de vida (un ocio que para muchos es una parte importante de sus vidas) que lleva muy mal la incipiente calvicie, las canas, la arrugas, y la cima sexual en evidente decadencia, amén de que cada vez es más difícil rodearse físicamente de gente afín en gustos y valores. Hornby se pregunta ¿internet es realmente una solución o una herramienta para alargar un poco más ese reino de nunca jamás?

He citado varias veces a Rodrigo Fresán (http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4064-2010-11-21.html), pero la crítica que me ha gustado de verdad es la de Kiko Amat (http://www.kikoamat.com/web/2011/02/libro-del-mes-enero-2011-nick-hornby-juliet-desnuda/)


jueves, 10 de noviembre de 2011

La parte de un momento son los diez próximos minutos, una vida. Jiří Menzel

Conocí el cine de Jiří Menzel como se conoce determinado tipo de cine cuando tus libros de cabecera no son los de Truffaut o los de la Editorial Plot (que están, pero no en la cabecera), es decir, conocí su cine por las adaptaciones que de los libros y los relatos de Bohumil Hrabal, más concretamente por la oscarizada película "Trenes rigurosamente vigilados", basada en el libro del mismo nombre, Menzel ha hecho. A partir de ahí, a lo largo del tiempo he intentado ver el trabajo conjunto que realizaron y sus películas independientes de la sombra de Hrabal (al menos las que están subtituladas, el checo no es un idioma fácil precisamente).

Según la página http://www.czech.cz: "Director de cine y de teatro, actor, titulado por la Escuela Superior de Cine (FAMU, en checo) y representante de la "nueva ola" checa y uno de los más importantes cineastas checos. La mayor parte de sus películas son adaptaciones de obras literarias . Sobre todo ha llevado a la pantalla obras de Bohumil Hrabal y de Vladislav Vančura.  Es precisamente una adaptación de la novela de Bohumil Hrabal la película por la que consiguió un Oscar: Trenes rigurosamente vigilados. También ha actuado en numerosas películas, siendo su papel más interesante el de la cinta "Jugarse la manzana" (Hra o jablko, en checo), de Vera Chytilová o en "El crematorio de cadáveres", de Juraj Herz. Lo mismo que en el caso de Chytilivá, Forman y en el de muchos más, al principio de los años setenta se le prohibió hacer cine. Después, en la década de los ochenta, filmó una serie de espléndidas comedias (Vesničkomá středisková "Mi dulce pueblecito" obtuvo la nominación al Oscar). Últimamente se dedica a la dirección teatral".


Tres cosas. Una: Si alguien quiere saber mi opinión, una de las películas más hermosas que he visto en mi vida ha sido "Alondras en el alambre", filmada durante el invierno previo a la primavera de Praga del 68, con guión de Menzel y Hrabal y basada en relatos de éste ultimo, aunque su prohibición y las visicitudes derivadas de ello hicieron que no se pudiera ver hasta 1989. La empresa Intermedio (http://www.intermedio.net/web/), dedicada a rescatar joyas del cine no americano, la tiene comercializada, y comparando lo que da el visionado de esa película con lo que cuesta, es un regalo. Dos: Ver "Yo serví al rey de Inglaterra" es un deleite. Dos punto uno: Esto creo que ya lo he dicho antes más de una vez. Dos punto dos: Pido disculpas por ello. Tres: Esta semana, por pura casualidad ratoníl (ir de un lado a otro de la web, pinchando links y acabando donde menos te lo esperas sin saber realmente por qué) di con un corto de Menzel. Lo ví porque era de Menzel, claro, y me encontré con los diez minutos  que más embobado me han dejado y sobre los que más vueltas he dado en los últimos meses. Hay que tener en cuenta que soy un flojo, y según el día no hay dios que me aguante (y otros no hay perrito desvalido que me conmueva). Buscando qué era lo que había visto (porque necesitaba hacerme con ello físicamente) encontré que era  el corto con el que Jiri Menzel participó en el proyecto "Los diez próximos minutos" (Ten Minutes Older, 2002), llamado Okamžik (One moment), y en él Menzel realiza un homenaje a su actor preferido, Rudolf Hrušínský. Si es un homenaje, es el más bonito que he visto nunca; si es la historia de una vida, es la historia más reconfortante que he visto; si esto es parte de lo que es el cine, me quedo con esta parte y al resto que le den; una cosa es cierta, es una obra de arte, y es una puta maravilla.


¿De qué nos salvará la belleza? ¿Acaso debe salvarnos de algo? ¿Hacer soportable la vulgaridad de la vida es salvarnos de ella? ¿La belleza es algo más que disfrute estético y quedarse en eso sólo nos vuelve viejos? Quizá contestar a lo último que sí, nos salva de muchas cosas.


lunes, 7 de noviembre de 2011

Ese día piensa en mí. Hermes Alogo Mebuy...

Si fuiste acnéico púber, pre-púber, post-púber o adolescente rarito a secas en los ochenta y confiesas que no cantaste alguna canción de Los Suaves una noche lluviosa de noviembre con un tercio mahou de cuello corto por las calles de tu triste pueblo junto a un amigo a las tantas de la madrugada, entonces me preguntaré en qué coño estabas pensando y por qué echaste a perder tus mejores años... Los Suaves es uno de mis vicios inconfesables. Ya cumplí mi cupo de darles oportunidades en directo, pues dudo que vuelva a repetir, pero a sus discos les suelo dar rutinaria escucha de vez en cuando. No tengo su discografía entera, ni mucho menos, pero los discos que tengo de ellos les tengo mucho cariño, sobre todo "Frankenstein", "Ese día piensa en mi" y "San Francisco Express" (y en menor medida "Si yo fuera dios" y "Malas noticias"). En un país como este es raro hablar de según qué grupos (me remito a post de Topo), y tampoco me extenderé mucho sobre el tema. Yosi siempre me ha parecido un letrista magnífico, mezclando la cadencia de Dylan con la imaginería de Lynott,  y ha escrito momentos memorables con algunas de sus canciones. 

Me gusta cantar cuando conduzco solo (segundo vicio inconfesable que se me escapa hoy) y hacerlo karaokeando con Yosi o con Rosendo es fabuloso según el día. La música rock es principalmente evocadora, tanto de vivencias ajenas como de propias, y el poder catártico que tiene para mí es sagrado y pienso que ninguna otra manifestación cultural tiene el poder que la música tiene. La primera vez que vi a Los Suaves, cuando no tenía criterio objetivo de lo que veía, gastaba melenas y parches en mi chupa vaquera, lo único que perseguía era confundirme con otros como yo y mimetizarme con las canciones que amaba, alzando el puño y rozando la afonía tras dos horas de olvido de mi triste vida. Yosi para eso era el mejor (y los Cero, y Rosendo, y Topo, y Barón Rojo, y Los Enemigos...). Hoy, en el reproductor del coche ha aparecido "Ese día piensa en mí". No me acordaba que estaba en el mp3 entre "La vida mata" y "Orgasmatron" (no pienso contestar al porqué de ciertas compilaciones motoras de mi buga Perdigón). Ha sido una sorpresa. Grata. Y entre legañosas y desafinadas voces, el recuerdo del guitarrista negro de los Suaves, Hermes, y de su historia que corría como una especie de mito en los años que no se podían comprobar los mitos en internet porque no había tal cosa, y lo mismo que Gene Simmons tenía lengua de vaca y Tracy Lords era menor de edad, o que Boris Vian había muerto en un cine viendo la adaptación de "Escupiré sobre vuestras tumbas" y la muñequera enorme que lucía Bruce Dickinson se la había hecho Sherpa, no sabías si la historia que te contaban de Hermes de Los Suaves era verdad o no, pero te daba igual, tu te creías todo, lo verdadero y lo falso, porque era tu mundo y tu mundo era también tu refugio y tu escuela... ¿Cuál era la historia de Hermes? Ya la contó el propio Charly Dominguez una vez, cuando repasaba las grabaciones de los discos de Los Suaves. Un historia genial.
Lástima que ya no haya tercios de cuello corto ni yo ya tenga quince años... Hoy llueve y echo de menos a mis amigos...

"ESE DÍA PIENSA EN MI"

"De nuevo un largo viaje por carreteras que ya conocíamos de Ourense a Asturias, hasta llegar a los Estudios Eolo de Gijón para grabar las canciones que completarían el tercer trabajo discográfico de Los Suaves. Era el mismo estudio en donde se grabaron los dos discos anteriores (bajo el nombre de Estudios Norte), como los mismos fueron los ingenieros de sonido René de Copeau y Pedro Bastarrica además del mismo productor Paco G. Rodríguez. La nueva compañía, Clave Records de Santiago, se estrenaba en la promoción y distribución discográfica. Durante un mes o treinta días, no recuerdo, con un horario de catorce horas diarias, fueron grabadas un total de diez canciones, quedando nueve para completar las dos caras del " vinilo" y, sin que sea un mérito, fue una grabación con esfuerzo, gritos y alguna que otra bronca olvidada tras la toma siguiente. Los bronquistas, unos mas que otros fueron, Ramón "Montxo" Costoya (guitarra), Yosi (voz,armónica y voces), Carlos "Charli" Domínguez (bajo), Hermes Alogo Mebuy (guitarra solista), con la colaboración de Alejandro Cano, a la batería, que nos ayudó en los ensayos previos y en la grabación, además de Alberto Cereijo, que fraseó y soleó en el tema "No puedo dejar el Rock". Se terminó de grabar a las seis del despertar del último día, con el último tema (Nena, te voy a dejar), sin posibilidad de continuar por falta de presupuesto. El disco se dedicó a la memoria del gran Phil Lynott (Thin Lizzy)que nos dejó un maldito 4 de Enero de 1986. 

Pero en la memoria suave también quedará la figura de Hermes que no hace mucho (deseo no saber cuándo), le dijo adiós al mundo que tanto recorrió, después de muchos sinsabores físicos y personales, que siempre intentó superar con sonrisas y silencios. Tras una vida de fugas, se fue de su país Guinea y de sus gentes para no asumir a los catorce años la posición de Jefe de la aldea heredada de su padre. Eligió irse con el circo de La Ciudad de los Muchachos de Ourense, para cargar en sus hombros y sobre una bicicleta a quince compañeros, en un número con forma de una figura de cola abierta de pavo real, hasta el día que pensó que era mucho esfuerzo y decidió ser el guitarrista del grupo del circo, es decir cambió el coso por la platea. Viajó con el circo por todo el mundo; estuvo en Australia, donde él decía que conoció a los hermanos Angus y Malcom Young de AC/DC, en Colombia, en New York donde conoció y viajó en metro por primera vez, en Japón en donde compró su guitarra Yamaha roja por 7.000 pesetas luego tuneada de negro, y que nunca se abandonaron. Llegó a grabar en la capital de china para no se quien. Y un día en los ochenta entró en los Suaves pasando toda la década en grabaciones y conciertos, regalando solos de su vieja guitarra Yamaha 7.000. Se casó con una gallega, tuvo dos hijos, fue feliz durante unos años y luego... se quedó solo, después fue infeliz el resto de sus días, acompañándole una parálisis parcial, una suerte desagradecida y unos papeles esquivos. Regresó a su tierra rechinando palabras de injusticia y rabia, para no volver jamás. Donde quiera que estés, querido Hermenegildo Alogo Mebuy "Hermes", véngate de los tiempos injustos y recuerda los buenos que pasamos. Aquí nosotros siempre te recordaremos...
Tu amigo Carlos "Charli" Domínguez 30-1-2006."



sábado, 5 de noviembre de 2011

Poner margaritas en el vientre de una mujer....


Llueve. Repaso con los ojos y las manos los libros repartidos por las estanterías, sin orden... o con el mismo orden con el que abro y leo de nuevo... No sólo recuerdo un tiempo pasado, cuando leía con avidez a Bohumil, sino también lo que me pasaba en ese tiempo. Recuerdo a la vez la película de Jiri Menzel, las imágenes son de ella. Volver para encontrarse es lo mismo que releer para recordarse...

“[...] estaba tendido desnudo y miraba el techo, la rubia acostada a mi lado, miraba igualmente el techo, y de buenas a primeras me levanté y saqué del florero una peonía y quitándole los pétalos, cubrí el vientre de la señorita, todo él, aquello era tan hermoso que me sorprendí y la señorita se levantaba y miraba también su propio vientre, pero las peonías se caían, así que la volví a acostar tiernamente, para que quedase tendida, y fui a coger un espejo colgado de una escarpia y lo puse de tal manera que la señorita pudiese ver qué hermoso era su vientre decorado con los pétalos de peonías, le dije que sería hermoso, que siempre que viniese y hubiera flores a mano, le cubriría la tripita con ellas, y ella dijo que esto aún no le había sucedido nunca, semejante honor a su belleza, y me dijo también que se había enamorado de mí por aquellas flores y yo le dije que sería hermoso que, cuando en Navidades cortase ramitas de abeto, le cubriese la tripita con aquellas ramitas, y ella dijo que sería más hermoso si le decorase el vientre con muérdago, pero que lo mejor de todo sería, y esto lo tenía que encargar, que hubiese un espejo colgado desde el techo justo sobre el canapé, para que nos viésemos acostados, sobre todo ella, para que pudiera contemplar qué hermosa es cuando está desnuda con la corona de flores en torno al conejito, corona de flores que variaría según las estaciones del año y las flores típicas de cada mes, qué hermoso sería cuando más adelante la cubriera con margaritas y lagrimitas de la Virgen María, crisantemos y dalias y también con hojas de colores otoñales… y entonces yo me levanté y la abracé y me sentía grande [...] comprendí que con dinero no sólo puede adquirirse una bella muchacha, sino que con dinero también es posible comprar poesía.” (Yo que he servido al rey de Inglaterra, pág 24-25…) Bohumil Hrabal. Ediciones Destino, 1996.


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